La periodista, voz y rostro de Costumbres, el programa de TV Perú que sumó veinte años al aire, ha detenido su carrera como conductora para asumir el viceministerio de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales del Ministerio de Cultura. Tuesta, que conoce el legado de nuestra cultura milenaria, y ha visto de cerca las grandes paradojas del país, como pueblos con un rico bagaje cultural sumidos en la pobreza, tiene un nuevo reto: tomar su experiencia acumulada e impulsar políticas públicas en su sector.
Costumbres fue un programa que revalorizaba la llamada cultura viva de los pueblos, ¿cómo está volcando toda esa experiencia ahora como viceministra del sector cultura?
Ha sido mi escuela. Lo único que puedo mostrar, no con un título o un papel, es el conocimiento ganado. Creo que uno de nuestros grandes pendientes es poner en valor a la Amazonía, porque siempre hemos vivido de espaldas a ella. Nos reconocemos como país andino, a pesar de que el 70% de nuestro territorio es Amazonía y no de bosque sino de gente de diferentes pueblos originarios que tienen toda una creación. Una buena noticia es que, este 15 de diciembre, los saberes y conocimientos asociados a la cerámica Awajún serán integrados a la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
¿Y cómo se beneficiará la comunidad con esta inclusión?
Estamos tratando de que sea un beneficio real. La cultura, el talento, la sabiduría tiene que ser un motor de desarrollo. En los objetivos de las Naciones Unidas se indica que, además de garantizar un tema económico, se debe garantizar el bienestar de las comunidades para que puedan desarrollar su artesanía con toda tranquilidad, sabiendo que no hay violencia en su zona, que tienen para comer, además, de educación y salud. Por ello, a partir de este reconocimiento, impulsaremos un trabajo multisectorial, no solo desde Cultura, sino con otros sectores y la cooperación internacional, para darle bienestar a las mujeres awajún del Cenepa y Condorcanqui, que son los símbolos de la cerámica.
¿Cómo encontró el Ministerio? A veces, ha dado la impresión de que no se nombra a las personas idóneas para encabezar Cultura…
Bueno, como en todo, hay muchas cosas que no se han hecho, hay otras que tienen que avanzar. También quiero ponerle mi sello, y creo que por eso fui convocada por la ministra [Gisela Ortiz]. Vamos a recoger la sabiduría de las regiones en todos los ámbitos, la artesanía, el cine, la música […] Aquí todos están invitados, no se margina a nadie, porque para todos hay espacio. La cultura debe ser fuente de desarrollo y nuestros artistas de diferentes expresiones deben tener más oportunidades.
Retrocedamos al 25 de julio del 2000, cuando debutó como conductora de Costumbres, usted fue una de las primeras que empezó a hablar del Perú profundo. No existía la Marca Perú, ni el boom gastronómico, ¿cómo nos percibíamos los peruanos en ese entonces?
Uy. Si ya ahora, después de tanto tiempo, la percepción es que nos seguimos discriminando, imagínate cómo era en esa época. Ni siquiera había una mirada hacia las regiones, y solo sabíamos de ellas cuando había una desgracia: o un atentado en algún lugar, o un desastre natural. Esa era la llegada de los medios a esas zonas. Obviamente, el llegar con cámaras y micrófonos a un lugar en medio de la fiesta y hacer protagonista a la gente para que nos cuente su costumbre fue un poco revolucionario. Costó hacer el programa porque mucha gente no lo entendía. Empecé haciendo pueblos remotos, que ni estaban ubicados en el mapa. Recuerdo que alguna vez me dijeron: “Sonaly, ¿por qué no haces pueblos más conocidos?, porque una empresa de telefonía quiere poner plata, pero dice que sus compradores no van a ser esas personas que tú sacas en la tele”. Yo me quedé: ¿Ah? […] Las cosas han ido cambiando, aunque, lamentablemente, no como quisiera.
Cuenta en una entrevista de la Universidad de Lima, donde estudió periodismo, que escribir poesía le dio la llave para descubrir quién era, para reconocerse como alguien que venía de la región Amazonas, que vivía en el borde de Lima, ¿le costó mucho reconocer sus raíces?
Prefería que no me preguntaran. Yo vivía en Puente Piedra, era hija de un profesor, vivía con muchas limitaciones, me demoraba dos horas para llegar a la de Lima, y venía de un pueblo, Lámud, que hasta hoy tengo que explicar que pertenece a Amazonas, y que esta es una región que está al lado de Cajamarca, y que por ahí no pasa el río Amazonas. Entonces para no dar tantas explicaciones prefería que no me preguntaran. Pero, definitivamente, la poesía y la seguridad que me dieron mis padres -que me hicieron creer que era muy inteligente y podría lograr lo que yo quisiera hicieron que yo sacara todo eso que era. Imagínate, Yo leía en mi universidad Héroes de la última batalla, un poema donde protesto por la falta de comida, y me decían ‘esta chica qué imaginación tiene’, pero era mi vida real.
¿Por qué nos cuesta, o nos costaba, a los peruanos reconocer nuestros orígenes?
Yo creo que nos sigue costando porque el entorno donde crecemos es hostil. Muchos terminan inventándose una historia sobre sí mismos, o, si no tienen la capacidad de resistir, terminan frustrados o tristes. Por eso creo que la discriminación es un tema público. Mucha gente no ha podido avanzar por ello y ha detenido el desarrollo del país. Hay tanta sensibilidad golpeada, que muchos ya no quieren hablar sobre quiénes son.
Usted, que ha recorrido el Perú, seguramente se encontró con realidades muy contradictorias, como pueblos con admirable riqueza cultural, pero en medio de la más profunda pobreza. ¿Recuerda alguno en especial?
Muchas comunidades viven en condiciones muy complicadas y tienen una riqueza cultural inmensa. Las amazónicas, por ejemplo, te dicen que son los guardianes del bosque, de nuestros bosques, y que ahí está nuestra reserva de oxígeno, y fíjate qué pasó en la pandemia, allá murió mucha gente por falta de oxígeno. Estas contradicciones son parte de las brechas que debemos aminorar. Yo creo en la cultura como motor del desarrollo. Hay modelos que podemos imitar. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo trabaja cadenas de valor en las áreas naturales protegidas a partir de la sabiduría de la gente, y convoca a la comunidad, el Estado y la empresa privada. Podemos implementar planes similares y darle mayor posibilidad de una vida digna a esta población.
Ruraq Maki, la gran feria de arte tradicional, se acaba de inaugurar en Lima de forma presencial, y un dato interesante es que más de la mitad de los colectivos de artesanos son liderados por mujeres…
La mayor cantidad de artistas, no solo en Ruraq Maki, sino a nivel nacional, son mujeres empoderadas en el trabajo que han heredado de sus abuelas y madres. Ahí hay un enfoque de género claro, y creo que ahí es a donde tenemos que apuntalar el trabajo junto a otros sectores […] Por otro lado, estamos pensando colocar un sello a aquellas artesanías que hayan sido declaradas Patrimonio Cultural de la Nación. Fíjate, cuando estuve en Colombia compré un bolso que me llamó la atención porque tenía una etiqueta que decía que las piezas las hacían mujeres que habían vivido la violencia de las Farc. Esa información le daba un plus al bolso. Aquí debemos saber que cuando compramos una artesanía también compramos una historia. Debemos saber, por ejemplo, que las awajún le ponen saliva a la arcilla para ponerle su vida y su ánimo a la pieza. Creo que, así como la comida es emblema nacional, también la artesanía debería serlo.
¿Costumbres se queda en suspenso, viceministra? ¿volverá al programa?
Sí, se ha quedado en suspenso, pero me parece importante que continúe como propuesta. Lo que sí me gustaría es poder heredarle el programa a alguien y ya he pensado en quién, pero no te lo diré.
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¿Teme que su nombre se desacredite al formar parte de un gobierno tan controversial como este?
No lo temo, sino no estaría aquí. Creo que era necesario aceptar y ver qué pasaba y qué cosas se podrían hacer. Como dicen: ‘Una cosa es con guitarra y otra es con cajón’. No iba seguir criticando desde fuera sin involucrarme en algo donde creo que puedo lograr algunas cosas, y estaré aquí mientras se puedan hacer.