Mi opinión
Les dejo estas cortas líneas sobre el trazo del Qhapaq Ñan que penetra en el Parque Nacional Cerros de Amotape, el área natural protegida que resguarda las muestras más interesantes del Bosque Tropical del Pacífico y del Bosque Seco Ecuatorial de nuestro país, dos ecosistemas de extrema biodiversidad y endemismos sorprendentes. Hace unos días se conmemoró el cincuenta aniversario del parque nacional y el siempre bien informado Juan Otivo, a quien conocimos en nuestro ingreso al área del año pasado, posteó en sus redes sociales este simpático artículo publicado en la prensa tumbesina dando cuenta de los trabajos de Petersen y Hocquenghem, los estudiosos extranjeros que trataron de hallar la ruta seguida por las huestes de Pizarro durante su marcha hacia Cajamarca luego de su ingreso al territorio incaico por las playas de Tumbes, cuya marcha sin duda se hizo sobre el camino pedestre que se internaba en los Amotapes para ganar las alturas de la sierra norte del Tahuantinsuyo. Como dice el autor de la nota, la puesta en valor de los segmentos que aún quedan en pie del Qhapaq Ñan tumbesino le darían al destino mayores elementos (léanse productos) para impulsar el desarrollo turístico que la región anhela. Lo dijimos hace unos meses a propósito de la floración de los guayacanes en los mismos bosques #elnortepuedeperú.
Por César R. Díaz Guevara, tomado de Internet
Pocos lo saben, pero entre los bosques secos del Parque Nacional Cerros de Amotape, la joya natural del extremo norte del Perú se esconde también un tesoro histórico de gran magnitud, un tramo del milenario Qhapaq Ñan o Camino Inca de la Costa, cuya huella no solo conecta geográficamente al país, sino que enlaza pasado, cultura y territorio.
Las primeras señales de este sistema vial en Tumbes fueron registradas por George Petersen, ingeniero vinculado a la industria petrolera en investigaciones realizadas en 1935 y 1962. Petersen, intrigado por la ruta que siguió Francisco Pizarro desde su desembarco en la costa tumbesina hasta Cajamarca, propuso que el conquistador español utilizó un camino ya existente: el mismo que los incas construyeron para integrar su imperio. Su hipótesis fue confirmada años después por nuevos hallazgos.
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Una ruta milenaria que cruzó los Amotapes. Petersen identificó, con base a documentos de cronistas como Francisco de Xérez y Pedro Cieza de León, una ruta que bordea y cruza los Cerros de Amotape. En ella aparecen lugares como Rica Playa, Huaquillas, Huásimo, Guineal y Cerro Prieto, todos dentro del actual Parque Nacional. A lo largo de esta ruta, explicó, existían centros poblados ubicados estratégicamente cerca a fuentes de agua y tierras cultivables, elementos clave para el tránsito y la subsistencia en la zona.
Décadas más tarde, la arqueóloga Anne Marie Hocquenhem reforzó esta visión. En 1994 retomó los estudios de Petersen y amplió el enfoque, sumando a la investigación etnohistórica la ubicación de tambos y centros administrativos incaicos que habrían controlado la vertiente noroeste del Tahuantinsuyo. Su trabajo permitió visualizar un complejo sistema de control territorial que articulaba el poder político inca con las geografías del norte peruano.
En 1998, el arqueólogo Jorge Vílchez lideró un inventario arqueológico en el Parque Nacional Cerros de Amotape. Se identificaron 25 sitios arqueológicos, de los cuales 12 se vinculan directamente al Camino Inca de la Costa. Sitios como Mal Paso Carrillo, Calabacitas, Pellejitos y Ucumares revelan que la ruta entre Rica Playa y Huásimo no salía del valle del río Tumbes, sino que seguía una trayectoria directa y lógica desde el punto de vista geográfico y estratégico.
Siete años más tarde, en 2005, un nuevo hito impulsó el interés por este patrimonio: Vílchez y el arqueólogo estadounidense Jerry Moore encontraron un tramo de calzada inca labrada en piedra, entre Huásimo y Teniente Astete, en plena montaña de los Amotapes. Este hallazgo no solo ratificó la existencia del camino, sino que abrió la posibilidad de descubrir más vestigios en el corazón del bosque seco tumbesino.
Los cronistas que acompañaron a Pizarro también dejaron testimonio del paso por esta ruta. Pedro Cieza de León describió un camino real que cruzaba los valles tumbesinos “entre arboledas y otras frescuras muy alegres” , mientras que Francisco de Xérez mencionó calzadas bien construidas, pueblos con caciques locales y tres jornadas de viaje a través de la sierra. Estas referencias, junto con la tradición oral de las comunidades locales, refuerzan la importancia histórica del tramo tumbesino del Qhapaq Ñan.
Un potencial turístico, cultural y científico. A pesar de la riqueza cultural e histórica, este segmento del Qhapaq Ñan aún no ha sido debidamente puesto en valor. El Parque Nacional Cerros de Amotape es conocido principalmente por su biodiversidad, es hogar del venado cola blanca, el oso hormiguero y más de 400 especies de aves, pero pocos visitantes que bajo sus árboles y cerros discurre uno de los caminos prehispánicos más importantes del continente.
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Integrar este patrimonio cultural al circuito turístico de Tumbes representa una gran oportunidad. La región puede convertirse en un destino turístico y vivencial, articulando naturaleza, arqueología y cultura viva. Guiados por las comunidades locales, los visitantes podrían recorrer tramos del Qhapaq Ñan, conocer los vestigios arqueológicos y revivir el itinerario que hace casi cinco siglos recorrió el mismísimo Francisco Pizarro.
En Qhapaq Ñan fue reconocido en el 2014 como Patrimonio Mundial de la Humanidad por UNESCO, precisamente por su valor como eje de integración entre culturas, regiones y pueblos. Tumbes, con su tramo costero-andino oculto entre los Amotapes, tiene en sus manos una herencia histórica que aún puede ser descubierta, investigada, protegida y compartida con el mundo. No es solo un camino entre cerros. Es una vía hacia el pasado, un puente entre civilizaciones y una oportunidad para que Tumbes, tierra de historia y vida, se proyecte con identidad hacia el futuro.
DATOS
El Parque Nacional Cerros de Amotape:a 36 kilómetros de la ciudad de Tumbes (1 y 20 minutos en auto) reúne una gran diversidad de flora (algarrobo, hualtaco, charán, sapote, pasallo y guayacán) y fauna (cóndor andino, tigrillo, venado rojo, sajino, oso hormiguero norteño, oso de anteojos, venado gris, ardilla de nuca blanca y loro cabeza roja). Puede visitarse durante todo el año, pero el acceso es difícil en temporada de lluvias (enero – marzo). La atención es de lunes a domingo (incluye feriados), previa gestión en las oficinas del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SERNANP),
en la avenida Panamericana Norte 1739, de lunes a viernes de 9:00 a.m. a 1:00 p.m. y de 4:00 p.m. a 5:30 p.m.