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El bosque de las nuwas, el lugar donde las indígenas awajún de Perú se hacen más fuertes

Mi opinión

Un equipo de Viajeros ha vuelto a recorrer la semana que pasó el Alto Mayo, una de las regiones de nuestro país con más condiciones para el desarrollo del turismo con el que soñamos desde que iniciamos nuestra singladura institucional: un turismo cholo, popular, respetuoso de nuestra identidad cultural y celoso guardián del Edén natural que nos legaron los que nos antecedieron. Un turismo de todas las sangres, desembozado, capaz de generar desarrollo económico local e ingentes dosis de autoestima, dos condiciones indispensables para dejar atrás las reiteradas crisis políticas y estallidos sociales que nos agobian y nos hacen tanto daño.

En ese territorio tan duramente golpeado por la colonización a la mala que llegó desde el otro lado de la cordillera viven los hombres y mujeres awajún, una nación altiva que ha seguido terca en defensa de su patrimonio cultural y portentosa historia. He recorrido numerosas veces las comunidades del pueblo awajún de los bordes del Bosque de Protección Alto Mayo para conocer los proyectos que vienen impulsando gracias al apoyo y compromiso de la cooperación internacional y un buen grupo de organizaciones aliadas. Y alguna vez, con Gabriel Herrera, director del área de Proyectos Especiales de nuestro grupo, me detuve en Shampuyacu, una de las catorce comunidades afiliadas a la federación Regional Indígena Awajún del Alto Mayo – FERIAM, para saludar el trabajo de sus nuwas, las aguerridas mujeres awajún que decidieron transformar una porción del territorio comunal en un bosque productivo que les permitiera recuperar los conocimientos y tradiciones en franco proceso de desaparición.

La historia del bosque productivo de las Nuwas de Shampuyacu es notable, lo acaba de manifestar la periodista Sally Jabiel en un artículo publicado en El País de España que les dejo para que sigamos entusiasmándonos con lo mucho que podemos hacer para construir el futuro que queremos. Las mujeres de nuestro país, las mujeres campesinas, indígenas, nativas de la Amazonía nuestra, hace tiempo que nos indican los caminos que debemos tomar para sanar la tierra y vivir en armonía con la naturaleza. Buena semana para todos, #OtroMundoesPosible


Tomado de El País de España

Antes de adentrarse en el bosque, Ruth Cumbia Sejekam abraza un árbol altísimo, cuya copa se extiende más allá de donde alcanza la vista. Respira profundamente, piensa en todo lo negativo y lo deja ahí, al pie de ese frondoso árbol tornillo, el más longevo del Bosque de las Nuwas, custodiado por las mujeres de la comunidad awajún de Shampuyacu y amenazado por la deforestación en el norte de Perú.

Cuenta la tradición oral que el espíritu de la tierra dio a las nuwas, que en lengua awajún significa mujeres, la sabiduría sobre el cuidado y el uso de las semillas. Durante generaciones, las abuelas, madres y niñas de Shampuyacu recibieron estos conocimientos e intentaron preservar la armonía con la naturaleza. “Hasta que el dinero llegó a la comunidad”, lamenta Cumbia Sejekam. Desde entonces, agricultores de otras partes del país alquilaron sus tierras para sembrar café, plátano y ahora piña. En solo dos décadas, los awajún perdieron cerca del 90% de sus bosques y, con ellos, parte de su sabiduría ancestral.

Más info en: El Bosque de las Nuwas: conservación ambiental y resistencia awajún

“Y al perder el bosque nos perdemos a nosotras mismas”, explica esta mujer de 26 años. Pero ese pasado añorado, donde el bosque aparece exuberante y sano, sigue vivo hoy en la tierra de las nuwas, nueve hectáreas donde 70 mujeres recuperan los saberes ancestrales y preservan la tierra. En este particular territorio cada mujer dispone de una pequeña parcela a su nombre donde siembran plantas medicinales. Ya han logrado recuperar más de 100, como el jengibre amazónico, el achiote, el toé o el pijipiji. Además, registraron un total 136 semillas para obtener su propiedad intelectual y han lanzado al mercado su propia línea de infusiones, con mezclas para aliviar los dolores estomacales y la gripe y hasta con propiedades afrodisíacas.

La responsable de la chacra awajún -la ajá awajún- es la mujer, el hombre se ha dedicado históricamente a tumbar el monte, a cazar, a pescar, a recolectar. Foto Gabriel Herrera/Viajeros.

La conexión con el bosque

Al entrar al Bosque de las Nuwas se ve el resto de un árbol talado, prueba de que la deforestación ya había llegado a la zona. Por ello, la comunidad pidió el apoyo de Conservación Internacional, organización que ya trabajaba en la región desde 2007 para salvaguardar el vecino Bosque de Protección de Alto Mayo.

Ruth Tavita, responsable de la biblioteca de la comunidad Shampuyacu, ubicada al norte de la Amazonía peruana, junto a los niños de la localidad.
Ruth Tavita, responsable de la biblioteca de la comunidad Shampuyacu, ubicada al norte de la Amazonía peruana, junto a los niños de la localidad. Foto Sally Jabiel.

La comunidad comenzó a reforestar las riberas y a evitar la erosión de ciertos suelos, pero los hombres empezaron a perder el interés en la tarea, mientras las mujeres ganaban protagonismo. “Efectivamente, gracias a ellas tuvimos grandes resultados en un plazo corto de tiempo. A partir de eso, toman más conciencia de la importancia de la conservación”, asegura Edward Isla, coordinador de producción sostenible de Conservación Internacional. En 2015, las mujeres solicitaron la gestión de una parte del bosque de Shampuyacu para sembrar sus plantas medicinales, rescatar los saberes ancestrales y hacer frente a las motosierras. Ese mismo año, también la comunidad firmó un acuerdo de conservación, en el que se comprometió de forma voluntaria a proteger sus bosques, para lo que recibe asistencia técnica de Conservación Internacional. Fue el inicio del Bosque de las Nuwas.

Más info en Acuerdos de conservación en Alto Mayo inspiran al movimiento indígena amazónico

“Veía a mi mamá trabajando para rescatar sus semillas, pero no me interesaba. Yo le decía: ‘Mamá, para qué todo este trabajo si no va a servir de nada’. Ella me decía: ‘No es así, tú tienes que valorar el bosque, tu cultura y tienes que enseñarle a tu hija el idioma awajún”, recuerda Uziela Achayap, explicando que sentía mucha vergüenza por ser parte de esta comunidad indígena, la segunda más numerosa del Perú, según datos del Ministerio de Cultura. “Ahora me da pena recordar que decía a mi madre que lo mejor era que mis hijos no hablaran awajún”, explica.

El trabajo de las nuwas esta protegiendo las riberas de los ríos Naranjillo y Túmbaro incentivando también las tareas propias de la agroforestería que empieza a prosperar en las comunidades awajún. Foto Gabriel Herrera/Viajeros.

Pero un día de 2019, Achayap asistió a una de las reuniones de las nuwas. “En ese momento me sentí muy avergonzada de no saber nada sobre plantas, mientras otras compañeras sí. Mi mamá siempre me daba preparados cuando estaba enferma y yo me negaba diciéndole que para eso estaban las farmacias”, recuerda la joven. Su conexión con aquella tierra se produjo en ese instante y desde ese momento ya no pudo dejar de aprender de ella y de cuidarla. Hace un año fue elegida presidenta del Bosque de las Nuwas.

A Ruth Tavita le pasaba lo mismo que a Achayap. “No quería que me dijeran awajún. ‘Yo soy mestiza’, decía a todo el mundo. Preguntaba a mi madre por qué me trajo al mundo y sentía vergüenza cuando en el colegio me insultaban diciendo ‘tú eres awajún, tú comes monos”. Pero su apego con el bosque fue inmediato. “A los 15 años andaba con mi mamá entre los árboles y le preguntaba sobre las plantas medicinales”, explica esta mujer, que en 2015 se unió al Bosque de las Nuwas y ahora está a cargo de la biblioteca comunal, un lugar de encuentro de saberes y de intercambio entre generaciones. “Tenemos que aprovechar mientras nuestros abuelos estén vivos, aprender de ellos, porque si se van de este mundo nosotros perderemos esas costumbres”, comenta Tavita.

Más info en De paso por el territorio awajún. Cinco historias del Alto Mayo

Una historia de resistencia

Pero el camino de las nuwas ha sido violento y doloroso. “Aquí hay hombres muy machistas que someten a las mujeres. Hemos vivido obedeciendo”, resume Achayap. Por ello, Conservación Internacional decidió formar a ocho nuwas en violencia machista y convertirlas en referentes dentro de la comunidad. Ahora, estas mujeres acompañan a otras que deciden denunciar a un hombre por abusos y se busca entre todas apoyo legal para que el presunto agresor responda ante la justicia si así corresponde. “Uno de los mayores logros es el empoderamiento de las mujeres. Ahora son mucho más aguerridas y decididas”, reconoce Norith López Sandoval, coordinadora de desarrollo comunitario de la Conservación Internacional. “Son tan emprendedoras que muchas veces se han caído, pero eso no ha durado mucho. Se han levantado. Creo que si nosotros nos fuéramos de aquí, ellas continuarán perfectamente”, agrega.

El Alto Mayo pese a los procesos de deforestación ocurridos sigue siendo un emporio de biodiversidad y diversidad cultural. Foto Gabriel Herrera/Viajeros.

En 2018, las nuwas iniciaron un emprendimiento turístico en el bosque que ha recibido el reconocimiento del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo del Perú. Han construido también, gracias al apoyo de instituciones públicas, una reserva de agua y un sistema de riego por goteo para hacer frente a los periodos de sequía.

“¡Ya no me avergüenzo, me siento orgullosa! Si todo esto no hubiera pasado, tal vez nadie nos conocería, pero ya vieron que somos mujeres que emprendemos, luchamos, cuidamos el bosque y lo rescatamos”, concluye Achayap.

Más info en Comunidades awajún del Alto Mayo siguen luchando por recuperar sus bosques

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