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Fidel Obispo, guardián del agua de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas

Mi opinión

En la sierra limeña, en la impresionante Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas, Fidel Obispo, líder de su comunidad y guardaparque del Sernanp desde hace 16 años, se encarga de cuidar el agua que consumimos en la ciudad de Lima y en muchísimas localidades más. Su trabajo y el de los demás #guardianes de nuestras #áreasnaturalesprotegidas es de suma importancia para mantener nuestra biodiversidad y mirar con mejores ojos el futuro que estamos construyendo.

Seguimos conociendo a más guardianes de la naturaleza peruana. Pronto les entregaremos más historias del #ProyectoGuardianes, más relatos de la vida de nuestros #héroresdelaconservación.


Fidel Obispo Zenteno, 50 años, natural de Tinco Yauricocha, una comunidad de agricultores y ganaderos sobre los cuatro mil metros de altura en los bordes más extremos de Lima, se había  preguntado siempre qué era lo que lo impulsaba a continuar en su trabajo después de tantas privaciones y de vivir lejos de casa.  Dieciséis años después de servir al país, y a su comunidad, como guardaparque de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas  ya tiene una respuesta: sigue en lo suyo porque está convencido que cuidando estas montañas sus hijos, y los hijos de sus hijos, seguirán gozando de los bienes que les ofrece la tierra que los vio nacer.

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Y que irremediablemente se estaban perdiendo.

Fidel, que de niño había sido un esforzado pastor de altura del ganado familiar y que llegada la adultez fue convirtiéndose poco a poco  en una autoridad de su pueblo, lo dejó todo para perseguir esa ilusión. Fue en las asambleas a las que debía asistir como agente municipal donde empezó a escuchar las noticias que daban cuenta del establecimiento de un área protegida para evitar la pérdida del agua, de los nevados, para contrarrestar la contaminación del ambiente; eran tiempos del Inrena, recuerda, el organismo del Ministerio de Agricultura encargado de administrar estas áreas, y lo que decían los ingenieros le dio curiosidad, finalmente cuidar el territorio en el que vivían también era una de sus prioridades.

El nevado Pariacaca, la montaña, el apu, sagrado de los limeños. Un gigante a 5,724 m s. n. m. Foto Gabriel Herrera.

Cuando el ingeniero Marco Arenas, del Inrena, después de horas y horas de capacitaciones y salidas al campo, le ofreció el cargo, no dudó en aceptar  su propuesta y se hizo guardaparque voluntario sin consultarlo con nadie. Dejó de ser agente municipal para convertirse en guardián de las montañas y fuentes de agua que empezaban a protegerse con la participación de los municipios y comunidades de la cuenca alta del río Cañete.

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El paisaje que forman las nacientes del Cañete, que lleva sus aguas hacia el océano Pacífico y el del río Cochas-Pachacayo, que vierte su caudal hídrico en el portentoso río Marañón, debe ser  uno de los más hermosos del Perú. De allí que el Estado se apurara a crear en el año 2011 la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas con el objetivo de conservar los ecosistemas que forman parte de un conjunto paisajístico de gran singularidad y belleza habitado desde tiempos ignotos por poblaciones que manejaron apropiadamente sus recursos.

“No era un trabajo fácil, cuenta, ni siquiera era un trabajo bien remunerado, el municipio apenas nos daba 300 soles para cubrir nuestras necesidades y con esa platita poco era lo que podíamos hacer”. No le importó el dinero que iba a recibir e hizo oídos sordos a los ruegos de su familia. Para el orgulloso guardián de esos parajes más importantes eran los aprendizajes y las capacitaciones que empezaba a recibir.

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Cañón de Uchco, camino a Tingo, una de las tantas bellezas de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas. Foto Gabriel Herrera.

“Cuando lo cuento, no me creen, explica, vivíamos en una cueva, en Alis, no teníamos ni uniformes, ni botas, nada de lo que ahora tenemos… para ir de Huancaya a Vilca, por ejemplo, había que hacerlo caminando, a veces con el chaparrón encima, muriéndonos de frío”. La cueva, la formación rocosa todavía existe, ha sobrevivido y sobrevivirá al paso del tiempo; ya se fueron de la zona en cambio Arenas y los demás ingenieros, ahora la reserva es manejada por los nuevos trabajadores, la casi totalidad de ellos oriundos de la provincia de Yauyos; pero a pesar de las transformaciones la mística, el deseo de gestionar de manera adecuada el territorio bajo su responsabilidad sigue intacto. No ha cambiado.

Fidel Obispo es un fiel testimonio de lo que decimos. Es hijo de las capacitaciones y del aprendizaje de la importancia que tiene el  cuidar lo que ha sido y sigue siendo patrimonio de las comunidades.

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En la localidad de Llapay, donde el Estado ha construido uno de los dos centros de interpretación que existen en la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas, el otro se encuentra en Pachacayo, el trabajo del vecino de Tinco es sumamente valorado por la gente. Obispo, lo dice y lo repite, fue formado como guardaparque para suplir las ausencias de  ese Estado para el que trabaja y se siente por ello orgulloso de haber sido fiscal, juez, policía, policía de tránsito, rescatista, enfermero, bombero, reforestador, profesor, capacitador y muchísimos oficios más y haberlo sido, además, durante las 24 horas del día, los sábados y domingos incluidos, también los días de feriado y los  de guardar… y a lo largo de dieciséis años consecutivos.

“Claro que pude irme, confiesa, fui capacitado para cumplir diversas funciones, podría ser operador minero, trabajador municipal o simplemente migrar hacia Huancayo o a la capital como lo han hecho muchos de mis paisanos, pero no quise, lo mío es conservar lo que es nuestro, quién mejor que nosotros mismos para cuidar lo que tenemos”.

Embalses del río Cañete en Huancaya: una postal de ensueño de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas. Foto Gabriel Herrera.

“Me preguntan que siento de ser guardaparque: orgullo, les diría, termina de contarnos. Gracias a las capacitaciones que he recibido he podido formar una buena familia, mis dos hijos son profesionales, la mujercita es ingeniera ambiental y el varón técnico electricista. Eso vale más que cualquier cosa, digamos que aquí se sufre, pero se goza”.

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Nos despedimos en uno de los cantitos de la sorprendente laguna de Piquecocha, Fidel y sus compañeros deben salir a hacer una ronda de vigilancia en una zona alejada de donde estamos. El turismo vibra en Nor Yauyos Cocha, de ser un destino olvidado y triste se ha convertido  en un paradero repleto de visitantes. Y ordenar esa estampida es una nueva tarea para  los guardaparques y especialistas de la reserva y vaya si no lo están haciendo bien. Durante nuestro recorrido por Nor Yauyos Cochas pudimos apreciar cómo población está planificando la actividad para gestionar un modelo de  turismo ordenado, respetuoso de los protocolos que el Sernanp ha definido y las capacidades de carga de cada uno de sus múltiples atractivos.

Fidel, que empezó su trabajo cuidando el agua, ahora comparte su tiempo y lo aprendido con los escolares de los colegios de la reserva, ese segmento de la población de su tierra donde habrá de  germinar la semillita que en su momento lo transformó en quien es ahora: un orgulloso habitante de un paisaje recuperado, un territorio vital que nos brinda  a los limeños los servicios ambientales que necesitamos para vivir; una porción del  Perú donde sus habitantes han empezado a mirar de otro manera el futuro que les pertenece.

Los emprendimientos turísticos prosperan en las localidades de la reserva, otro triunfo de la conservación sobre el descuido. Foto Gabriel Herrera.
La Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas es  un destino de ensueño por la magnificencia del escenario natural altoandino y por la presencia de numerosas cascadas y formaciones del río Cañete que presentan lugares de altísimo valor paisajístico. Alberga además una flora y fauna típica de los Andes distribuida entre grandes montañas, ríos, lagunas y restos arqueológicos. Su principal objetivo es conservar los ecosistemas y paisajes en armoniosa relación con las actividades de las comunidades campesinas; proteger los valores históricos culturales así como promover la actividad turística.
Miguel Lázaro y Efraín Obispo, guardianes del agua en la sierra de Lima. Foto Gabriel Herrera.

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