Mi opinión
Lo poco que sé de los awajún de los ríos Chiriaco, Cenepa, Santiago y Nieva lo sé por los trabajos de Iñigo Maneiro, amigo de Santiago Manuin y estudioso muy respetuoso de la vida y las tradiciones de una nación que sigue resistiendo a pie firme los embates del modelo de ocupación del territorio amazónico que se impuso hace tanto y que sigue siendo nefasto para sus poblaciones. Lo que conozco de los awajún del Alto Mayo, al lado de sus ríos más notables, lo he aprendido de Norith López, atenta y muy amorosa defensora del trabajo de las nuwas -mujeres en la lengua awajún– de la comunidad nativa Alto Shampoyacu en San Martín. Ambos deben estar saltando en un pie con la inclusión en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco de los valores, conocimientos, saberes y prácticas del pueblo awajún asociados a la producción de cerámica. Y como ellos, me imagino, también los hombres y mujeres de las comunidades de la nación awajún dispersos por los departamentos de Amazonas, San Martín, Cajamarca y Loreto y las personas e instituciones que se han batido, y se baten, defendiendo as cosmogonías y el futuro de este pueblo rebelde y terco en sus tradiciones. A todos ellos mis felicitaciones y agradecimientos, la diversidad cultural que nos queda es inmensa: con ella tenemos que insertarnos a la aldea global y con ese bagaje cultural estamos en la obligación de construir un país mejor.
Los «valores, conocimientos, saberes y prácticas» ancestrales asociados a la alfarería de la etnia awajún de la Amazonía peruana fueron incluidos este martes en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.