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Rosa Saldívar, una sanadora tras el poder de las plantas en Apurímac

Mi opinión

La herbolaria y la sanación a través del uso de medicinas animales y/o minerales, terapias espirituales, técnicas manuales y ejercicios aplicados de forma individual o grupal ha sido admitida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una práctica ancestral integrada al conocimiento y la cultura popular. En nuestro país, solos basta visitar un mercado público, los productos que favorecen su utilización se expenden con libertad y cada vez son más las personas que recurren a ellos. De manera que un programa del estado tan valioso como Pensión 65 esté invirtiendo nuestros recursos en mejorar y alentar su praxis es una decisión que valoramos. Como doña Rosa Saldívar, apurimeña, miles de sanadores agotan sus esfuerzos para aliviar los males de una población que desconfía o no puede solventar los servicios de salud oficiales. La atención que estos doctores del pueblo he han brindado a la gente durante la pandemia del Covid 19 enaltece su trabajo y su sapiencia.


Agencia Andina

La casa de Rosa Saldívar Taco tiene huerta, batán y patio. En su huerta siembra chupasangre, manzanilla y llantén. En el batán las muele junto a otras hierbas que compra en el mercado y en su patio coloca a sus clientes emplastos y otros preparados.

A sus 77 años recién cumplidos, doña Rosa continúa brindando sus servicios de sanadora herbolaria en su hogar o a domicilio en el distrito de Tambobamba, provincia de Cotabambas, departamento de Apurímac. Ella empezó con el oficio hace más de 40 años cuando se enfermó después de un parto. Sentía el cuerpo desecho, no quería comer, su cuerpo no aguantaba cuando andaba ni tampoco cuando estaba echada.

Como heredera de la cosmovisión andina, sabía que las plantas medicinales podían ayudarla, así que preparó algunas bebidas “calculando, calculando”, pues no sabía cuánto hervir para un brebaje o cuánto triturar para una pomada. 

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Saberes populares y productivos contribuyendo a la salud de los peruanos.

No pasó mucho tiempo hasta que comenzó a manejar bien las dosis y recuperar los saberes de su Apurímac ancestral. Poco a poco se consagró al oficio milenario de curar cuerpos y espíritus con la energía de las plantas.

Debilidad, baja presión o inflamación son los síntomas de quienes la buscan mayoritariamente. Ella les coge los brazos y reconoce al tacto si la sangre está fluida solo en uno de los lados. De inmediato, junta sus hierbas y las tritura con tres claras de huevos sobre la piedra. 

Si su remedio para beber es insuficiente, prepara un ungüento o un emplasto: a veces frota el mejunje sobre su paciente, otras veces lo arma como una compresa y lo coloca por unas horas sobre el convaleciente. Ella no habla de diagnósticos como los médicos, sino de lograr que aquella persona obtenga el equilibrio nuevamente.

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Rosa Saldívar Taco, sanadora.

Como ejemplo dice que hay personas que están mal porque tienen mucho calor en el cuerpo. Lo nota en sus lengas resecas o sus labios partidos. Para eso prepara una bebida con hierbas frescas para regresarles la armonía al organismo.

Si alguien viene con fiebre, pone a hervir manzanilla, eucalipto o un puñado de otras plantas. Vacía el resultado sobre un recipiente, espera unos minutos y acerca al vapor la cara de su paciente.

Doña Rosa no habla de hacer curaciones mesiánicas, sino de ayudar a cuerpos “descompuestos”, cuyo equilibrio puede regresar con el poder de las hierbas medicinales, cultivadas a más de 3200 metros sobre el nivel del mar.

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En familia

Rosa Saldívar Taco tuvo 10 hijos, el primero a los 18 años. Uno de ellos ya falleció. Por otro lado, cuenta que su esposo, Domingo Gamarra Serrano, era huesero. Ayudaba a quienes venían con los “pies rotos” o los huesos dislocados. 

Ambos viven en una casa acogedora que fue hecha de adobe y techo de calamina. En vida, ella y su esposo ya la repartieron a sus hijas e hijos. Por eso, cuando dice que vive en la casa de su hija, se refiere en realidad a la parte que ya le heredó.

En su comunidad, cultivan de todo: maíz, trigo, papas, verduras y frutas como limón, pacay, higo y naranjas.

Entre pares

Pensión 65 articula con la Municipalidad Provincial de Cotabambas-Tambobamba la implementación de Saberes Productivos, una intervención que permite la recuperación de conocimientos y prácticas ancestrales con la participación de adultas y adultos mayores de este programa social.

Desde que se inició en su localidad, doña Rosa se ha comprometido a enseñar a sus pares y personas más jóvenes la magia de sanar con hierbas medicinales.

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